El doctor Tomás Ramírez Carrasco (32) desde siempre ha estado ligado al océano. Hijo de un submarinista, comandante de la Armada, el doctor Ramírez hizo la especialidad de Traumatología y Ortopedia en la Universidad de Concepción, misma ciudad donde hoy reside y donde actualmente desarrolla su actividad profesional en el área de la traumatología infantil en el Hospital Regional de Concepción y en el ámbito privado en la Clínica Universitaria y el Sanatorio Alemán.

Miembro de la Sociedad Chilena de Ortopedia y Traumatología desde que terminó su beca de especialización en abril de 2017, el doctor Ramírez es un aficionado al buceo, actividad que practica de manera regular hace más de una década y en la que se ha ido perfeccionando a través de los años.

“Mi papá era marino, específicamente submarinista, fue comandante en Talcahuano y estaba muy ligado al ambiente submarino, él sabía bucear y nos metió a esta disciplina a mi hermano y a mí”, explica.

Sobre sus inicios en el buceo, el especialista destaca que al igual que en la traumatología, son los años y la práctica las que van dando la experiencia.

“Uno parte como aficionado, pero a medida que va pasando el tiempo se pueden ir haciendo diversos tipos de cursos y perfeccionamientos, al igual que cuando uno es traumatólogo”, comenta agregando que, al iniciarse en el buceo, “se hace como un bautizo y luego si realmente te gusta, puedes partir haciendo cursos que son más específicos, de aguas abiertas, que es el curso oficial para poder bucear de forma autónoma. Cuando uno hace ese curso, con alguna pareja, porque por seguridad no se puede bucear solo, luego puede ir a cualquier parte siempre que tenga su equipo”.

Según explica el doctor Ramírez, con posterioridad se pueden tomar cursos internacionales denominados advance que certifican las habilidades de flotabilidad y seguridad bajo el agua.

“Cuando uno ya tiene el control, puede hacer otras subespecialidades en el buceo como por ejemplo el rescate submarino, preservación del fondo submarino o la fotografía, que es a lo que yo me dedico”, relata.

Experiencias bajo el mar

Con una costa prodigiosa, a juicio del doctor Ramírez, Chile ofrece excelentes lugares para practicar esta disciplina. “A mí me gusta bucear en todas partes, porque hay amigos a los que solo les gusta bucear fuera de Chile porque son condiciones mucho más cómodas, pero en general se dice que la persona que es buen buzo en la costa del Biobío, que es donde yo vivo, es un buen buzo en todas partes porque tenemos condiciones bien adversas”, señala.

En este sentido, explica el especialista, uno de los factores más relevantes es la temperatura del agua. “En invierno es bastante baja, de 13 a 14 grados Celsius y uno generalmente baja entre 20 y 30 metros, lo que condiciona a estar propenso a sentir mucho frío, independiente de que se tenga el equipo adecuado”, puntualiza explicando que cuando el buzo se sumerge, “tiene que tener guantes y un traje bastante grueso, pero a pesar de todo esto igual da frío y no solamente bajo el agua, sino que en el trayecto hacia un punto de buceo, que en general se hace en un bote pescador, hay situaciones donde está lloviendo, hay viento o mucho oleaje”.

En contraste, el buceo fuera de nuestro país ofrece condiciones que son propicias para la actividad, con puntos mundialmente reconocidos algunos de los cuales también ha recorrido.

“Por ejemplo en el exterior hay 30 grados Celsius, hay una visibilidad perfecta tanto fuera como dentro del agua, no hay viento, no hay olas y la temperatura del agua es muy agradable. En Concepción hay 13 o 14 grados en el invierno, mientras que en el sudeste asiático, que es un paraíso para bucear, el agua está a 29 grados y se puede practicar sin traje, solo con el equipo autónomo para respirar”, señala el doctor Ramírez.

Entre sus lugares favoritos para practicar el buceo en la región del Biobío, el especialista explica que con frecuencia acude a caleta Chome, que fue una ballenera hasta fines de la década de los ´70.

“Allí hay varias especies endémicas que se pueden ver solo en ese sector como el cangrejo Changai, que no se encuentra en otra zona de Chile y que es muy bonito”, comenta agregando que hay varios lugares que se pueden visitar como “islas, una lobera donde se puede bucear con lobos de mar y frecuentemente vamos a un naufragio, del Liguria, que es un pesquero de alta mar que se hundió en la década del ´90 y que está a unos 22 metros de profundidad, cuando los buques se hunden se forma un arrecife natural donde hay mucha vida marina”. Otro de los lugares habituales es Punta Parra, “que es muy bonito porque además de dar la opción de salir desde la playa, hay unos bosques de algas”.

Dentro de sus recuerdos de buceo, el doctor Ramírez destaca que una de las experiencias más memorables ocurrió en México en 2018, específicamente en el estado de Yucatán, donde está la Riviera Maya.

“Ahí hay cenotes, que son cuevas submarinas que se van creando por el derrumbe de piedra caliza bajo el manto terrestre, formando canales de agua. Esta es la parte del mundo donde hay más cenotes y es un agua muy fría y cristalina, pero se puede bucear dentro de ella.  Es un buceo de alto riesgo porque uno va totalmente oscuro en las cuevas submarinas, con un equipo autónomo de dos tubos de oxigeno y exige un alto nivel de flotabilidad que requiere de experiencia. Es un buceo más arriesgado, pero muy bonito y entretenido de hacer”, señala.

Puntos en común

Para el doctor Ramírez, el buceo es una forma de escapar a la rutina diaria.

“En el momento en que estoy bajo el agua es un espacio de tranquilidad absoluta, donde solo hay ruido submarino. Es un momento de paz”, comenta agregando que siempre busca la oportunidad para practicar esta disciplina.

“Uno siempre intenta buscar un partner de buceo e intento ir los fines de semana cuando hay buen clima, sobre todo en el invierno que hay mejor visibilidad submarina. Además siempre que salgo de vacaciones o voy fuera de Chile, voy a lugares que son reconocidos por el buceo”, comenta.

Y aunque puedan aparecer como actividades totalmente disociadas, el buceo y la medicina tienen algunos puntos en común para el doctor Tomás Ramírez.

“En el buceo se utiliza mucho la comunicación no verbal. Uno no se comunica mediante la voz, sino solo por gestos y entonces uno tiene que aprender a tomar atención a lo que quiere comunicar el compañero, porque no se puede bucear solo. Esto requiere establecer un lazo de equipo con la persona que te está acompañando, esto se puede extrapolar a por ejemplo a ser un poco más paciente en el trabajo, a intentar entender lo que dice el otro”, detalla.

Al terminar la conversación y como amante de la naturaleza, el doctor Ramírez hace un llamado de atención a tener mayor conciencia con el medioambiente.

“En el último siglo, producto de la industria y de todas las actividades que contaminan, la temperatura del planeta subió 0,6 grados Celsius. El aumento de la temperatura es desde la tierra hacia el agua y eso afecta hasta más o menos 700 metros de profundidad”, explica añadiendo que este aumento, “ha generado subir la temperatura del océano entre 0,1 a 0,3 grados, pero hay una especie en el mar que son los corales, que son los seres vivos que más se ven afectados con el cambio climático a nivel global, bastan milésimas de grados Celsius para que se produzca la muerte de los corales”.

En el mismo sentido, el especialista explica que cuando los corales están blancos significa que están muertos. “Cuando uno bucea, estos corales son de múltiples colores porque están colonizados por algas. Al morir los corales, esto provoca que haya un cambio en el ecosistema submarino. Por ejemplo, disminuyen los tiburones de los arrecifes o de los corales, que son millones a nivel mundial, y se produce un desequilibrio con el control de los peces y eso afecta directamente la calidad del aire y del ecosistema, por eso cuidar el medioambiente es tarea de todos”, concluye.

 

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